Asma, diabetes tipo 2 en personas jóvenes, colesterol alto en niños y adolescentes, tensión alta, alergias, intolerancias… ¿se pueden explicar? ¿tienen relación con la alimentación?
Poco tiene que ver la alimentación actual con la de hace unos años. La industria de la alimentación esta al quite.
¿Qué recomendamos que hagáis 5 comidas al día? pues les falta tiempo para sacar snacks, barritas, tortitas, envases individuales de galletitas… y un montón de productos procesados casi siempre basados en cereales refinados (esto es: azucares) edulcorados o con más azúcar, repletos de grasas poco saludables pero muy palatables, muy enganchantes, muy baratas y por tanto fáciles de vender, algunos de ellos disfrazados con un “rico en hierro”, “alto en vitamina D” o alegaciones de salud similares que además son mentira. Probablemente la intención de esa recomendación más tenía que ver con que se consumiera más fruta debido a que se empezaba a notar en nuestra salud que consumimos bien poca. Se recomienda un mínimo de 3 piezas diarias masticadas y el zumo no vale como fruta ni, aunque te los hagas tú en tu casa porque pasa lo mismo, al quitar la fibra donde quedaba encerrada la fructosa, liberas a este azúcar de forma que es como beberte un vaso de agua con un par de cucharadas de fructosa.
Centrándonos en el tema algunos estudios que nos hablan del poder de la microbiota. El microbioma es el ecosistema (los bichejos vivos) que habitan en tu intestino. Como ocurre con otros ecosistemas, vivirán un tipo de bichos u otros en función de sus necesidades, es decir que un oso polar y unos pingüinos raramente vivirán en la sabana africana, y raro sería ver un elefante en Jaizkibel. Cada bichejo necesita unas condiciones óptimas para vivir. Resulta que estos bichejos que nos habitan son nuestra microbiota y que sirven para absorber los nutrientes de los alimentos ingeridos. Es decir que el que vivan unos u otros depende de cómo nos alimentemos. Bien, resulta que para que nos entendamos, cada uno de estos grupos de bichejos tienen otras funciones que los caracterizan, hablando un poco más serio y después de revisar la bibliografía científica de estos últimos dos años os resumo que hay estudios que respaldan que el exceso de peso de la madre en el embarazo está asociado con un incremento de la resistencia a la insulina, lo cual es un efecto adverso en el proceso de implantación del embrión, de crecimiento de la placenta, de crecimiento del feto y desarrollo y alteraciones metabólicas en el feto, además de tener un importante impacto en la microbiota intestinal. Ya veis que es importante también cuidar lo que comes si planeas quedarte embarazada.
Los niños de madres con sobrepeso son más vulnerables a padecer obesidad ya que la influencia que el peso de la madre puede tener en el niño, vendría por la transmisión de un tipo de microbióta con tendencia obesogénica de la madre a su descendencia, pero cuidado, que también se relaciona el cómo la madre se alimenta durante el embarazo de forma que no está todo perdido, ya que se puede modular la microbiota con una buena alimentación de la madre. (y del niño en todas las etapas de su vida).
CUIDADO: No se trata de culpabilizar, pero si de concienciar. NO es un callejón sin salida porque la microbiota en cierto modo es modificable por medio de la alimentación.
Se ha avanzado mucho en poco tiempo y se sospecha que un cambio en la actividad metabólica de la microbiota (que se puede dar por ejemplo cuando tomamos muchos productos procesados) podría ser la culpable de la manipulación de nuestros comportamientos en cuanto a preferencias de comida afectando a nuestros receptores del sabor. Las primeras semanas de vida son importantes para la colonización intestinal del niño, influenciado por peso que coge la madre durante el embarazo, la dieta que esta sigue, el estado intrauterino, tipo de parto, tipo de lactancia, exposición a antibióticos… pero lo es más si cabe los hábitos de alimentación que adquieran desde la cuna.
Si, estos bichos son responsables en parte de muchas de estas enfermedades predisponiéndonos a ellas, pero no escurramos el bulto porque no está todo dicho y sabemos que podemos mejorar nuestra microbiota y evitarlas ¿Cómo? Comiendo comida de verdad.
bibliografia usada:
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